22/9/07

La operación


Hora y media de amansadora en el juzgado ya está bien. Para un trámite de cinco minutos, la funcionaria, como es día de mercado, se fue a desayunar, y la muy turra no aparece. El tiempo de las compras en horario de trabajo se lo estoy pagando yo. En el juzgado para ratificar los papeles que consagran mi alejamiento de tu vieja. Y vos en el hospital haciéndote amputar ese pedazo de apéndice que se te inflamó a tres dias de empezar las clases de nuevo.
Cuando te llevó a Urgencias, tu vieja no quería creer que era apendicitis, por eso esperó todo el día. Cuando llegué al hospital , ella se marchó a pasear la perra y me dijo que la mantuviera al tanto. El médico cuando te vió tampoco quería creerlo. Pero yo que me acuerdo de cómo es eso, estaba seguro. Por algún lado el cuerpo nos pasa factura de las cosas que no podemos digerir, o tragar. Si no miralo al abuelo, como la estuvo pasando todo el año. Nuestras emociones, y nuestro sentimientos, si no los sacamos fuera, se la toman con las vísceras o con cualquier parte de nuestro cuerpo. Son la señal inequívoca que nuestra alma está sufriendo.
El médico me miró sobrador y me dijo que eso no podía ser apendicitis, yo le dije que en mi modesta opinión , aprovechando los medios que tienen , que porqué no te hacía las pruebas del protocolo correspondiente. Siguió soberbio pero no quiso arriesgar. Y te mandó a hacerte una ecografía y una analítica. Me preguntaste cándidamente si lo de la ecografía no era eso que le hacían a las mujeres para saber de la evolución de los embarazos, pero hijo mío también sirve para ver otras cosas, especialmente las que no salen en los rayos x, te contesté como si yo fuera el médico. Vos necesitabas de mi seguridad en ese momento, y entre los dolores y las bromas , con ganas de hacer carreras en silla de ruedas, te llevaron a la eco.
Cuando volvió el médico con su soberbia en el bolsillo trasero del pantalón, dijo : Las pruebas dan apendicitis, ahora vendrá el cirujano para ver que pasa. Vos pensabas que te daban un poco de suero y te mandaban a casa. Todo fue muy rápido, yo llamando a tu vieja para avisarle, y enseguida vino la cirujana, trajeron un papel para firmar la autorización, y la camilla del quirófano. Tenías miedo, lo veía en tus ojos, me preguntaste acerca del riesgo de morir en la operación. Te dije que ninguno, que seguramente saldría todo bien, que te habían pillado a tiempo, no como a mí hace 26 años. Te metieron en la camilla hacia el quirófano, las luces de los pasillos iban marcando con un brillo frío en tu rostro el ritmo de nuestra marcha. A la puerta del área restringida, el enfermero me paró en seco y me indicó la sala de espera, allí me informarían oportunamente del resultado. Y allí te entregué con un beso en la frente y el alma encogida. Tenías miedo, pero por otro lado tenías esa necesidad imperiosa que te sacaran el entripado acumulado en tu cuerpo durante no se cuánto tiempo. Lo sé porque hoy que ya estás aquí , recuperándote tienes otra manera de hablar, otra manera de estar en el mundo.

Para Horacio.

Basardilla 22 de septiembre de 2007.

9/9/07

hombres ruines


Fuego,viento, hierba.

Vacas muertas
Aire de fuego
Vacas agonizantes
Horror de niños.


Ya el hombre no tiene
pinares que quemar
Solo en la tierra yerma
el ganado .

Fuego, viento, manos

El sueño no concilia
vacas que agonizan
solo importan pesetas
mas no vidas.

Fuego,viento, hombres.


Basardilla, 9 de septiembre.